Una de las disfunciones sexuales que presentan en mayor número las mujeres es la falta de deseo. Esta falta de deseo de puede identificar como Deseo Sexual Hipoactivo (DSH) o Deseo Sexual Inhibido (DSI), siendo el primero la falta deseo debido a que la energía física falta y el segundo, aún cuando hay energía suficiente, se inhibe la expresión de deseo y se evitan contactos sexuales.
Hay ocasiones en que la pareja se lleva muy bien, no tienen ningún tipo de problemas y tienen una vida de lo más armonioso. En definitiva, se llevan con dos buenos hermanos.
Ese sería un buen objetivo a conseguir, si no fuera porque la pareja no tiene que ser ni sentirse como hermanos, ya que está perdiendo gran parte de la esencia de la pareja.
La educación sexual tiene que estar presente desde la niñez y en todas las etapas de la vida, ya que en cualquiera de ellas se puede intervenir para mejorar mediante la información y asesoría de conductas positivas y encaminadas al bienestar y salud sexual. Por supuesto también en personas con discapacidad.
Cuando éramos pequeños, era común pensar que nuestros padres no tenían relaciones sexuales. A lo sumo, habían tenido tantas relaciones sexuales como hijos y a lo mejor, alguna que otra de regalo. Pero poco más.
En el caso de nuestros abuelos, sabíamos a ciencia cierta, que sexualidad y vejez eran incompatibles.
Es fundamental que las mujeres aprendamos desde pequeñas a conocer nuestro cuerpo. Y eso incluye también la vagina y el clítoris.
Quizá, pueda parecer una banalidad, pero es cierto que las mujeres no conocen su cuerpo y sus genitales al igual que lo conocen los hombres.
Los hombres han estado y están en contacto con su pene, además éste está muy visible y sus cambios son palpables. En seguida aprenden a estimularlo y a sentir placer.
Estamos siendo testigos de cómo España suspende en casi todas las asignaturas. Estamos a la cola de Europa en cuanto a los niveles académicos, al nivel de empleo, en sanidad, en derechos sexuales y reproductivos, en beneficios o prestaciones sociales y en definitiva, vivimos un retroceso social y económico que más bien parece que estemos en la España de los años ochenta.
El músculo pubococcigeo (PC) es el principal músculo de la pelvis. El nervio pélvico tiene una ramificación nerviosa que conecta el útero con la vejiga, en el caso de las mujeres. En el caso de los hombres, esta ramificación nerviosa conecta la vejiga con la próstata y la parte inferior de la columna vertebral. El PC sujeta todos estos órganos y hace que no bajen.
Los estereotipos y la cultura de género han condicionado la respuesta sexual humana, hecho que ha repercutido de manera negativa en muchos hombres y en muchas mujeres.
Durante miles de años las relaciones sexuales eran relaciones de poder, donde el hombre, embriagado por su pulsión por copular, usaba, utilizaba y violaba a la mujer. Era tan importante este hecho, que hasta se instauraron diferentes mecanismos sociales para entender el ejercicio de esta fuerza sobre la mujer, como fueron el derecho de pernada, la mujer como botín en las guerras, la prostitución y el debito conyugal.
Cuando a una persona se le detecta un cáncer, su universo personal se derrumba, por la indisoluble asociación mental de que esa enfermedad causa pérdida de salud y posterior muerte. El cáncer dispara en todxs nosotrxs un chip de información que se acerca siempre a la tragedia y la imposibilidad de salir triunfante.
Por suerte no siempre es así, pero esa duda queda en nuestro cerebro y hace que nos encontremos en una encrucijada durante todo el tiempo que dure el tratamiento e incluso más allá de él.
La copa menstrual no es algo nuevo, aunque así pareciera. Ya fue inventada en los años 30, pero se piensa que su uso se remonta a 1867.
Por supuesto que las primeras copas no tendrían nada que ver son las actuales. Antiguamente estaban realizadas de caucho vulcanizado, pero imagino que, aunque como idea estaba muy bien, el material no acababa de adaptarse a las necesidades de las mujeres. Era demasiado pesado y rígido.