La sexualidad y la salud están estrechamente unidas. La OMS (Organización Mundial de la Salud) así lo indica en uno de sus objetivos fundamentales de intervención en todo el mundo.
Pero de lejos llega a hacerse real, sobre todo si no referimos a países en desarrollo, y en el nuestro, donde la desinformación sexual hace que hoy en día se den un número muy elevado de conductas de riesgo, propiciadoras de ITS y embarazo no deseados.
Por eso es necesaria una Educación Sexual transversal a medida para cada segmento de población: niños, adolescentes, discapacitados, universitarios y personas mayores. Una educación integradora que diseñe proyectos realistas, razonables y diversificados.
La educación sexual, normalmente, se ha basado en prevenir embarazos no deseados. Se ha convertido la educación sexual en un foco de atención relativa solo a la genitalidad y la reproducción no deseada y han desdeñado, desde los programas para adolescentes, por ejemplo, el espectro más complejo de la sexualidad, la multidimensión. Si centramos toda nuestra información sexual a lo que no se tiene que hacer, solamente estaremos fomentando los mitos y tabúes que nos han estado alimentando durante décadas.
Tenemos que convertir la educación sexual en una educación para la salud, teniendo en cuenta que la sexualidad humana es sinónimo de salud y no de miedo, culpabilidad, misterio, ignorancia y fracaso.
La educación en sexualidad previene al niño y a la niña de adquisición de costumbres nocivas, les prepara para la vida adulta y a vivir la reproducción como un hecho natural y armónico. Además dota a los pequeños de habilidades necesarias para vivir en sociedad, forma la personalidad del individuo y le ayuda a madurar, fomenta el autoconocimiento y aceptación de uno mismo y al conocimiento de la otra persona y vida en pareja.
La sexualidad reporta múltiples beneficios, entendida esta como todo lo que tiene que ver con las emociones, los afectos, la comunicación, la erótica, los deseos, etc. y no solo como el hecho genital en sí mismo. Sería más conveniente que el médico nos recetara ampliar nuestra vida sexual que muchas de las medicinas que se recetan por defecto.
La sexualidad es un excelente tratamiento de belleza, ayuda a regular la línea, previene enfermedades como el cáncer, sobre todo de pecho y de próstata, mejora el sistema inmunitario, es cardioprotector, ayuda a dormir, reduce el estrés, es antidepresivo, aumenta la longevidad y en definitiva, mejora en gran medida la condición física de las personas.