El controlar a nuestra pareja parece, hoy en día, algo normal, imprescindible y necesario, como reflejan varios estudios realizados últimamente. Controlar, en general, parece ser que es un valor en alza en las relaciones. Está mejor considerado el control y el dominio que la confianza y la buena fe de las personas. ¿Cosas de los nuevos tiempos?
No en vano, el whattapps se ha querido subir al carro del control inventando el double check, que parecía más bien un delirio reflejado en un corto, que una realidad posible. Al final, la realidad supera a la ficción y el control está servido en cada una de las relaciones que queramos establecer. ¿Nuevos tiempos que dan miedo?
El control de la pareja es algo normal y cotidiano para los jóvenes en nuestros días. Se sobreentiende que controlando a la pareja, se demuestra que los dos miembros de la pareja, están realmente interesados el uno por el otro. El ideal de amor romántico, que tanto daño ha hecho, parece que hoy en día todavía está vigente y son necesarias muchas sesiones de educación sexual para poder cambiarlo.
El control por definición, ya tendría que estar desterrado de nuestras relaciones personales, entendiendo por supuesto, que ningún miembro de la pareja tiene por qué controlar al otro, en lo que hace, en lo que viste, en lo que habla, etc. Que el controlar es dominar y está contrapuesto a los valores sanos de una relación, como son la comunicación eficaz, la confianza, la tolerancia y el respeto.
En el momento que la pareja se rige más por los valores de la desconfianza y el sentimiento de control, esta relación está haciendo aguas o al menos, navegarán en un barco endeble que no podrá soportar casi ningún temporal o mejor, toda su travesía será un temporal.
El control, el dominio de la otra persona y los celos, son continuos extensos que no hacen más que minar la relación, además, no son más que el reflejo del déficit de autoestima de la persona que lo demuestra.
Es muy fácil sufrir en la vida: “no me contesta a los mensajes, eso es que está con otro o con otra”, “quizá me está siendo infiel”, “quizá ya no me quiere”.
Pero también, es muy fácil tomarse la vida de una mejor manera: “no me contesta a los mensajes, quizá esté ocupada haciendo otra cosa. Ya hablaremos más tarde”.
No somos los dueños de otras personas y no podemos controlar sus movimientos, no tenemos potestad de saber si sus sentimientos son reales o inventados, solo tenemos la posibilidad de creer en sus palabras y confiar en su transparencia.
No podemos creer a pies juntillas que nunca nos pasará a nosotros, que nunca seremos engañados y que nunca seremos abandonados, pero prevenirse antes de tiempo, no hace más que dinamitar la relación poco a poco.
Una fuerte autoestima te permite creer y confiar en el otro. No es necesario el control ni el dominio, porque tú sabes que: “la probabilidad de que estemos a cinco grados en julio, es muy remota y que por mucho que nos abriguemos, por si caso, lo más seguro es que volvamos a casa asfixiados de calor, porque en julio, normalmente hace mucho calor”.
Controlar en cierto modo es prevenir, pero no se puede controlar lo que es de otro, porque depende de él. En cambio, si podemos controlar lo que depende de nosotros y para eso no necesitamos el “double check”, solo sentido común.
¿Relaciones que hacen aguas?:
Fantástico, lo comparto
Me pasa un poco lo que cuentas…puedo hacer una consulta?
Lo peor es que los jóvenes vaya repitiendo este patrón de control y nadie ponga remedio.