NO MÁS PRINCESAS DISNEY

Vivimos en el mundo de la hipersexualización, por supuesto del sexo femenino. Hemos pasado del uso indiscriminado del rosa chicle o pastel para identificarlo a las niñas a: los pintalabios, el maquillaje, los pintauñas, la ropa de mayor, los sujetadores para niñas sin pecho, los bikinis con parte de arriba, que siempre venden junto a la braguita y que no puedes separarlos, los bikinis con relleno para niñas de 10 años y los zapatos de tacón para cualquier edad.

Niñas con que 10 años visten como sus madres puede ser una tendencia muy cool como  Comptoir des Comptoniers. Queda simpático: madre e hija vestidas con el mismo abrigo, vestido o chaqueta en versión maxi y mini. Puedo entender que es una cuestión de moda. Niñas y madres que se parecen tanto, que hasta van igual.

Lo que está fuera de lugar y por supuesto no comparto es la erotización de las niñas en la publicidad, en los programas de televisión, en los vídeos musicales, en las tiendas, por poner unos ejemplos. Niñas que posan como modelos, o que se visten como mujeres adultas, enseñando una parte de ellas que todavía no tienen por qué haber desarrollado, su erótica.

Se crea en ellas esa necesidad de ser mayor a toda costa, además del deber de gustar a los otros siendo la más bella y cuidada del reino.

Se le otorga un valor descomunal a la belleza, haciéndoles saber que si no llegan a ese canon de perfección establecido, lo van a pasar mal y van a sufrir.

Se erotizan los cuerpos y también se empequeñecen sus mentes, haciéndolas débiles y prescindibles, si no se convierten en lo que sale por la tele o por internet.

La última noticia de hipersexualización de la que he tenido conocimiento ha sido un chiquipark que da una vuelta más al concepto de lo femenino y lo  masculino, y por supuesto, para la consecución real de la segregación de los sexos.

Un chiquipark en el cual los niños van por un lado y las niñas van por otro. A cada grupo se le ofrece lo que se supone que les tiene que gustar, pero si no coincide con lo que quieren, los niños y niñas, se tienen que fastidiar, porque no hay posibilidad de cambio.

Los niños se divierten saltando en colchones y castillos inflables,  corretean y saltan, y en definitiva, hacen lo que los niños y las niñas tienen que hacer a esa edad.

Las niñas, por el contrario, juegan a ser mayores, teniendo en cuenta que ser mayores es lo que realmente necesitan a los 8 años de edad, claro está.

Los niños y las niñas tienen que dividirse aunque hayan venido juntos al cumpleaños de alguien de su clase.

Cuando las niñas llegan a su espacio reservado para ellas, se les convierte en princesas: se les viste, que no es lo mismo que disfrazarlas, ya que hay una intención de que se crean que van vestidas para salir a la calle, se les pintan las uñas, se les maquilla y se les enseña a desfilar por una pasarela de modelos, haciéndolas sentir modelos por un día y creando en ellas una necesidad que quizá antes no tenían.

Lo realmente escandaloso  y lo que aporta novedad a este nuevo chiquipark es que las niñas, una vez han hecho el periplo de mujer-adulta-modelo-perfecta, ahora se tienen que relajar, ya que debe ser muy dura la vida de una BELLA, por lo que las meten en un jacuzzi con un bañador y se les da un copa de champán para niñas, con el objetivo de que se sientan como verdaderas mujeres ricas, guapas y poderosas.

El ingrediente extra es que durante el tiempo que dura el jacuzzi, las mantienen bajo llave y no permiten entrar a los padres y madres, porque: “las niñas necesitan su intimidad”.

Y lo peor no es que existan establecimientos así, lo peor es que la gente vaya.

Escandaloso y vergonzante.

#nomasprincesasdisney

consulta@sersexual.com

 

 

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