La educación sexual fundamental para el desarrollo afectivo y emocional.

En Educación sexual hay tres objetivos primordiales que tenemos que transmitir como educadores y educadoras: aprender a conocerse, aprender a aceptarse y aprender a conseguir satisfacción personal.

  1. Conocerse. Tenemos que enseñar a los chicos y chicas cómo es su cuerpo, cómo funciona y qué cosas les pueden ir pasando. Tendremos que tener en cuenta los procesos fisiológicos, como la menstruación, la erección, la lubricación vaginal, etc. Pero además, tendremos que explicarles que sus genitales no son el centro del mundo, si no que existe mucha piel en la que poder centrarnos en nuestras experiencias sexuales. Incluso les hemos de transmitir que coito, es placentero, pero que también son placenteras muchas otras cosas a las que no se le da importancia a causa del coitocentrismo. Incluso desmitificar la idea de que el coito es el fin,  a no ser que queramos la reproducción, en cuyo caso, sería el medio.
  2. Aceptarse. Una vez los chicos y las chicas se conocen, se han explorado saben cómo funcionan, saben también que todos son iguales. Tendremos que enseñarles a que se acepten tal y como son. Cada uno es único e irrepetible y que aunque no cumplamos los cánones de belleza y estatus que la sociedad nos inculca, somos nosotros mismos y eso es más importante que ser cualquier otra cosa.
  3. Satisfacción. Les hemos de enseñar a que lo mejor de la sexualidad es sentirse bien y a gusto. En una palabra: disfrutar. No importa la manera, ni el cómo ni el cuándo y mucho menos,  con quién. Si obtenemos satisfacción con lo que hacemos, y en el plano de la sexualidad también, no nos fijaremos única y exclusivamente en el coito o en los genitales, nos fijaremos en las múltiples formas de obtener placer para sentirnos bien con nosotros mismos. También es importante enseñarles que como cada cual es único irrepetible, no hay que superar exámenes de masculinidad ni de feminidad que tanto daño hacen a causa de la comparación.

Estos tres objetivos son básicos para cualquier programa de educación sexual, niños y niñas, adolescentes, personas más mayores y cualquier otro colectivo, como las personas con discapacidad. Mediante estos tres objetivos, plantearemos una educación sexual igual para todos, porque es así como es.

Es importante partir de la base de los conocimientos previos de los chicos y las chicas, así como de sus propias capacidades para entender lo que se está tratando. Es decir, no trabajaremos lo mismo con chicos y chicas de 12 años que con jóvenes de 18 años. También depende mucho de sus intereses y motivaciones y nos tendremos que adaptar siempre a los alumnos y alumnas a los que pretendemos enseñar.

Además es muy importante que los chicos y  las chicas a los que transmitimos conceptos de educación sexual entiendan que la educación sexual no es solo en aquel momento en el que se hace la charla, si no que educación sexual es el comienzo de un entendimiento completo de la sexualidad que favorece diferentes actitudes y desarrolla unos valores que son positivos de cara al desarrollo posterior. Y conectaremos más con ellos y ellas, si entienden que lo que se les explica es realmente útil para su vida cotidiana, es decir, es un aprendizaje funcional.

También es necesario que en los chicos y chicas queden esas ganas de aprender sobre la sexualidad humana y que en definitiva, hayamos sembrado una semilla que crezca ya por sí sola. Es decir, los educadores y educadoras no podemos estar siempre a su lado, si no que tienen que ellos y ellas los que aprendan a descubrir más aspectos sobre el tema, eso sí, con las bases ciertamente sentadas.

Como parte de esas sesiones de grupo sobre educación sexual es imprescindible asumir que son grupos heterogéneos y que no todos los participantes tendrán la misma motivación, la misma información previa, las mismas experiencias sexuales-afectivas y en definitiva es necesario saber que la heterogeneidad hace que el grupo sea más rico. Pero no por eso tendremos que hacer diferentes puntualizaciones, si hay alguien  “diferente”, por ejemplo algún gay o lesbiana, si no que se explicarán los conceptos englobándolos todos como una realidad sexual total.

Además hemos de prestar especial atención a que no todos los miembros del grupo querrán participar, en cambio otros u otras lo querrán hacer siempre. Eso forma parte de las dinámicas de los grupos.  Asimismo los medios o recursos que utilicemos han de ser bien escogidos, y no solo por el medio o recurso en sí, si no teniendo muy en cuenta el objetivo de cada una de las actividades que pongamos en marcha.

La labor de los educadores y educadores en materia de sexualidad ha de estar siempre en consonancia con las familia y los maestros y maestras, es decir, nuestra misión no es explicar algo que sea secreto, si no todo lo contrario, ofrecemos la oportunidad de abrir un puente hacia la comunicación de todos los agentes socializadores de los chavales y chavalas. De ese modo, todos podremos hablar un mismo lenguaje.

 

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