Las personas con discapacidad (también) son sexuales. Y digo esto porque pudiera parecer que no, que las personas con discapacidad intelectual, por ejemplo, no tienen necesidad que sentir su sexualidad. En cierto modo son tratados como niños pequeños o quizá como ángeles, que de todos es sabido que los ángeles que no tienen sexo.

Si tratáramos a las personas discapacitadas como niños,  sabríamos que eso tampoco es cierto, los niños y niñas sí tienen sexo y despiertan a su sexualidad desde los primeros momentos de la vida. Pero el problema es verlos también a ellos como seres asexuados hasta que alcanzan la adolescencia.

¿Qué pasará con las personas con discapacidad? , a los ojos de los demás ellos no despiertan nunca a la sexualidad.

Por otro lado, está la posición contradictoria,  la de percibir a las personas con discapacidad con una sexualidad desmesurada. Se les asocia con el voyerismo, el exhibicionismo, la masturbación, la homosexualidad y a los embarazos no deseados  y todo desde la perspectiva de problema que hay que abordar y después cortar.

Ni las personas discapacitadas son ángeles asexuados ni tampoco son unos locos por el sexo. Simplemente eso son mitos.

Y quizá todo esté relacionado. Si a una persona la tratamos como asexual, sin sexo, sin sexualidad  y con tabúes, en definitiva, les hacemos vivir en una sociedad donde no existe el sexo, puede ocurrir que cuando lleguen a la edad de comenzar con los primeros escarceos amorosos puedan tomar esos dos caminos: el asexuado o el desmesurado.

 El origen es el mismo. La falta de información y el querer tratar a las personas con discapacidad como diferentes al resto.

Por eso es tan importante que ofrezcamos educación sexual a las personas con discapacidad desde que son pequeños. Informando de su anatomía, de los procesos que se pueden desencadenar, de los sentimientos y afectos, de fomentar una buena autoestima, de ser asertivos y de no dejarse ofender o atacar por otros, igual que haríamos con un hijo o hija que no tuviera discapacidad.

Es preciso que normalizamos la sexualidad y que hagamos una práctica de pedagogía sexual. Es importante que visibilicemos la sexualidad, porque aunque esto acarree algunos problemas, no menos problemas acarrearán la represión que junto con la discapacidad puede hacer que la persona presente problemas de conducta, afectividad, habilidades y comunicación que sin duda son más complejos de tratar.

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